El entrenamiento de la mente
Irina Garbatzky
56 pg. / Poesía
ISBN 978-987-3708-76-3
Selecciones Ivan Rosado
Obra en tapa: Constanza Alberione
2020
Este es un libro para leer en las vacaciones; o para llevar a una escalada de montaña. Este es un libro para leer en un bote que cruza el lago Puelo en invierno, o caminando con el viento en contra (también con el viento a favor); este es un libro para leer en tu casa con el ventilador prendido, en el ómnibus, debajo de un árbol o a pleno rayo del sol. Este es un libro para leer cuando tenés insomnio pero también mientras dormís y soñás o viajás que es o mismo. Este es un libro para leer mirando el Paraná, el mar o el fin del mundo.
Porque El entrenamiento de la mente tiene algo de kit de supervivencia y de pedagogía aunque está escrito en los agujeros que dejan los manuales. No es un libro que enseña sino que muestra, exhibe una sensibilidad del ojo, de la escucha, del cuerpo. Hay un entrenamiento material de la mente no programado, sin razones previas: a partir de haceres concretos y con las certezas suspendidas. Una experiencia que se recorre y se indaga por afuera de la productividad, en escenas ralentadas o directamente quietas: escuchar unas voces durante mucho tiempo, plantar y transplantar, cuidar al gato enfermo, pararse de cabeza. Escribir canciones, o un poema partitura, una coreografía, o aforismos “espacios de la respiración a los que se llega después de la pesadez del pensamiento o después del trabajo sucio de una decisión”.
El libro de Garbatzky puede leerse como una pedagogía de la precariedad, de la orfandad; pero también como la serie de estrategias que montan las hijas que se quedan solas, las hijas de madres que se van a recorrer el mundo y se despiden “sacudiendo como Scarlett el guantecito”. Entre la fuerza y la fragilidad; o más bien solapando una sobre la otra.
Ana Porrúa
El entrenamiento de la mente
Irina Garbatzky
56 pg. / Poesía
ISBN 978-987-3708-76-3
Selecciones Ivan Rosado
Obra en tapa: Constanza Alberione
2020
Este es un libro para leer en las vacaciones; o para llevar a una escalada de montaña. Este es un libro para leer en un bote que cruza el lago Puelo en invierno, o caminando con el viento en contra (también con el viento a favor); este es un libro para leer en tu casa con el ventilador prendido, en el ómnibus, debajo de un árbol o a pleno rayo del sol. Este es un libro para leer cuando tenés insomnio pero también mientras dormís y soñás o viajás que es o mismo. Este es un libro para leer mirando el Paraná, el mar o el fin del mundo.
Porque El entrenamiento de la mente tiene algo de kit de supervivencia y de pedagogía aunque está escrito en los agujeros que dejan los manuales. No es un libro que enseña sino que muestra, exhibe una sensibilidad del ojo, de la escucha, del cuerpo. Hay un entrenamiento material de la mente no programado, sin razones previas: a partir de haceres concretos y con las certezas suspendidas. Una experiencia que se recorre y se indaga por afuera de la productividad, en escenas ralentadas o directamente quietas: escuchar unas voces durante mucho tiempo, plantar y transplantar, cuidar al gato enfermo, pararse de cabeza. Escribir canciones, o un poema partitura, una coreografía, o aforismos “espacios de la respiración a los que se llega después de la pesadez del pensamiento o después del trabajo sucio de una decisión”.
El libro de Garbatzky puede leerse como una pedagogía de la precariedad, de la orfandad; pero también como la serie de estrategias que montan las hijas que se quedan solas, las hijas de madres que se van a recorrer el mundo y se despiden “sacudiendo como Scarlett el guantecito”. Entre la fuerza y la fragilidad; o más bien solapando una sobre la otra.
Ana Porrúa