arte & literatura argentine

Locuras

Juan Del Prete


48 pg / Catálogo

Ivan Rosado / Para vos... Norma mía!

2022


En esa labor ininterrumpida de más de cuarenta años, su trayectoria va dibujando una línea que avanza, va de lo figurativo a lo abstracto, de éste a aquél, una y más veces, a ratos se detiene, sólo para tomar un nuevo impulso. Hay también alguna vuelta sobre lo pasado, para agregar algo con un saber más profundo. Si nos colocáramos con mayor perspectiva, veríamos una espiral, desarrollándose, en la tercera dimensión. Para su representación gráfica más expresiva elegimos no la curva sino la poligonal, porque el paso de lo objetivo a lo no-objetivo y el de la no-figuración a aquél se produce, al menos en sus obras principales, bruscamente, en ángulo, y no como un deslizarse en curva abierta. A veces vira con estruendo como quien vuelve la espalda a lo hecho y niega lo andado. Así aparece el pase de lo figurativo de los años 40-43 al geometrismo del 47-49 o el de este no-figurativo, riguroso, simple, a los violentos estallidos de color del 53 y los salpicados posteriores. A un largo período no-figurativo, del 32 al 39, suceden los desnudos del 40 o naturalezas densas del 43.

Cuando se lo cree ganado definitivamente para la no-figuración, el llamado del natural lo reclama, una taza y una mano, unos ajos y una flor. No es el apego a las cosas sino el amor al color que pasa por ellas. Abstraído por los planos que juegan en el espacio, libres de representación objetiva, la naturaleza de vez en cuando seduce y se detiene por un tiempo: es el rutilante amarillo de un limón o el cándido blanco de unos huevos sobre el bermellón de un plato.

Yente


Locuras / Juan Del Prete

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Juan Del Prete


48 pg / Catálogo

Ivan Rosado / Para vos... Norma mía!

2022


En esa labor ininterrumpida de más de cuarenta años, su trayectoria va dibujando una línea que avanza, va de lo figurativo a lo abstracto, de éste a aquél, una y más veces, a ratos se detiene, sólo para tomar un nuevo impulso. Hay también alguna vuelta sobre lo pasado, para agregar algo con un saber más profundo. Si nos colocáramos con mayor perspectiva, veríamos una espiral, desarrollándose, en la tercera dimensión. Para su representación gráfica más expresiva elegimos no la curva sino la poligonal, porque el paso de lo objetivo a lo no-objetivo y el de la no-figuración a aquél se produce, al menos en sus obras principales, bruscamente, en ángulo, y no como un deslizarse en curva abierta. A veces vira con estruendo como quien vuelve la espalda a lo hecho y niega lo andado. Así aparece el pase de lo figurativo de los años 40-43 al geometrismo del 47-49 o el de este no-figurativo, riguroso, simple, a los violentos estallidos de color del 53 y los salpicados posteriores. A un largo período no-figurativo, del 32 al 39, suceden los desnudos del 40 o naturalezas densas del 43.

Cuando se lo cree ganado definitivamente para la no-figuración, el llamado del natural lo reclama, una taza y una mano, unos ajos y una flor. No es el apego a las cosas sino el amor al color que pasa por ellas. Abstraído por los planos que juegan en el espacio, libres de representación objetiva, la naturaleza de vez en cuando seduce y se detiene por un tiempo: es el rutilante amarillo de un limón o el cándido blanco de unos huevos sobre el bermellón de un plato.

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